Por: El Ninio Descartes
La segunda versión de la Ley Ómnibus que envió La Libertad Avanza al Congreso abrió un nuevo capítulo de la política argentina, a casi 6 meses de la asunción del “primer presidente liberal libertario de la historia de la humanidad”. Por segunda vez el tabaco se mostró en el centro de la escena, pero en esta ocasión no se sabe si el gran beneficiado será Massalin Particulares o el “Señor del Tabaco” un buen apodo para alguien que en poco tiempo se hizo de un 35% del mercado en Argentina ante las dos multinacionales angloparlantes del sector. Clarín parece ya enamorado de la foto de Pablo Otero mirando al horizonte con su campera azul de TC2000, o al menos le saca notas prácticamente todas las semanas. Su momento de fama sin embargo no es aquel que sueñan los adolescentes cuando dicen querer ser cantantes o astronautas, sino más bien el de villano de una película que parece estar llegando a su fin. Vamos a decir la verdad: en el mundo del tabaco hasta el que es santo desconfía, pero llama la atención que todos digan lo mismo: “La fortuna de Don Otero está fundada en que no paga el impuesto interno” “ Sarandí, la empresa que se hizo grande a partir de evadir impuestos”, entre otras yerbas similares, algo que no es 100% cierto, o lo que es lo mismo, que es relativamente falso.
Como conocedor del rubro quiero en esta ocasión hacer honor a la verdad, o más precisamente a mi verdad, aquella que dice que Argentina está condenada al éxito, siempre y cuando haga caso al sentido común más elemental de todos: que los políticos hagan política, los jueces hagan justicia y los panaderos hagan pan.

Mas argentino que Messi, Maradona y el FET
A los problemas que trae el impuesto interno, debe sumarse el Fondo Especial del Tabaco (FET), un tributo muy particular extinto en todo el planeta pero vigente en el país en donde desde hace 80 años se discute lo mismo y no se llega a ninguna conclusión ¿Qué hace el FET? Compensa a los productores primarios de tabaco con un precio complementario al del mercado con el objetivo de que éstos re-conviertan y/o diversifiquen su actividad durante el resto del año. ¿Quien lo paga? Lo abonan las industrias tabacaleras, pero en última instancia el consumidor, obvio. Un 7% sobre el precio final declarado de los paquetes de cigarrillos. En la práctica funciona como un paliativo para los productores pero también para que Massalin y los acopiadores paguen menos el Kg, a sabiendas que éstos recibirán un precio complementario, una avivada muy propia de un campeón del mundo. La cuestión sin embargo está en la administración del FET, que está en mano de los gobiernos provinciales y de las “unidades ejecutoras” la forma técnica de nombrar a las cámaras y cooperativas tabacaleras de cada provincia. Como la recaudación del FET depende del precio final del tabaco, resulta que el conflicto de los impuestos internos termina teniendo como parte interesada también a los productores primarios, a las cámaras empresariales y a los gobiernos provinciales que producen tabaco. Por eso el gobernador salteño Gustavo Sáenz sale a hablar de Federalismo defenestrando al Señor del Tabaco, lo hace en nombre de sus representados pero también de su billetera, es que si el Pablo Otero pagara sus impuestos, los gobiernos provinciales, las cámaras y las cooperativas tabacaleras verían incrementados sus ingresos. Claro que es legítimo reclamar que se cumpla la ley, por más que la ley haya sido sancionada en base al interés de una multinacional, pero ¿nadie va a hablar de lo que hay que hablar?, ¿nadie va a decir que el problema es político?, ¿nadie quiere ir de frente con los problemas reales? Hay alguien que sí fue de frente, aunque como un adolescente y se llama Javier Milei, por eso la gente le cree todavía ¿que está loco? Sí ¿Que va a fracasar? Si. Ya fracasó de hecho, pero al menos hace su trabajo con valentía, como un torpe, pero va.

El problema estructural
Si nos ponemos a hablar en serio, al problema de la escasez de políticos que hagan su trabajo en nuestro país, debe agregársele el problema estructural de la economía argentina, mero ápice de la economía global. Vea. La producción y comercialización de bienes en el sistema mundo de la economía actual se basa en lo que se conoce como Cadenas Globales de Valor, una estructuración a escala mundial que permite a las grandes corporaciones multinacionales gobernar la cadena productiva de principio a fin, desde el eslabón de la producción primaria a la comercialización ¿Cómo funciona? Básicamente las multinacionales se dan una política de gobernanza sobre el precio y las cantidades producidas, a través de las sociedades por acciones. En los sectores de mayor relevancia o estratégicos -como el mercado de los celulares por ejemplo- a partir de hacerse de acciones de las empresas de los otros eslabones -como el litio- influyendo en las decisiones de producción y en las políticas de cada empresa. En los sectores de menor relevancia o menor valor agregado a partir de un financiamiento directo o indirecto sobre la producción primaria como es el caso del Tabaco, y de la agroindustria en general. En todos los casos el control sobre el precio y la cantidad se logra a partir del uso del poder monopólico del mercado, por ejemplo en la actualidad no más de 5 empresas a escala global -Massalin, British American Tobaco, Japan Tobacco International, Imperial Brands, China Tobbacco concentran el 75% de la demanda de tabaco, mientras la oferta se compone de cientos de miles de productores de hoja dispersos por todo el mundo. En nuestro país, -más precisamente en las 7 provincias tabacaleras (Misiones, Salta, Jujuy, Tucuman, Chaco, Corrientes y Catamarca)- la relación se da de la siguiente manera: unos 16 mil productores de tabaco producen 70 millones de Kgs de Virginia, Burley y Criollo, mientras sólo 5 compradores concentran el 90% de la demanda. Justamente en este eslabón ya interviene el aún vigente pero debilitado imperio de Massalin Particulares, con su poder de compra pero también de lobby, porque es quien históricamente ha gobernado la cadena productiva.

¿Cómo se organiza y estructura ese gobierno sobre lo productivo? En el sector tabacalero se hacen contratos con los productores en los que los acopiadores de tabaco entregan fertilizantes, semillas y todos los insumos necesarios para la producción a cambio de cierta cantidad de la producción, un feudalismo encubierto que existe en todo el mundo y que por supuesto nadie nunca lo dirá abiertamente. El resultado de todo ello, decenas de miles de productores de tabaco con magros ingresos, unos pares de directores de empresas con ingresos bastantes dignos, y un grupo selecto de multimillonarios con sede en las principales capitales del primer mundo y ni enterados de que existe un país llamado Argentina. Esta desigualdad no es diferente de aquella que se ve en las noticias, cuando se calcula que los ingresos generados por Messi o Cristiano Ronaldo es mayor al PBI de países enteros, o de aquella en la cual 60 multimillonarios detentan la riqueza equivalente al 50% de la población más pobre de todo el planeta. Y no es una postura moralista, es una postura realista, de comprender el problema en general para poder ver la naturaleza del problema particular. ¿Cuál es el problema entonces de los impuestos internos? Es el resultado de una política global de una empresa multinacional que ha fracasado en el diseño de su estrategia de Lobby, justamente porque ha encontrado un hábil jugador y un país en donde los jueces tienen demasiado poder político. Pero al mismo tiempo es el resultado de una incapacidad absoluta de la dirigencia política argentina de poder resolver problemas concretos, no sólo de las mayorías sino tampoco de grupos económicos con intereses sectoriales. Por eso quizás estamos cada vez más cerca de un nuevo 2001, 20 años no es nada diría mi abuela. ¿Cuál es la salida? La política, muchachos. La política.







