Y después de las elecciones en Salta… ¿Qué?

El 10 de diciembre termina un período de 12 años ininterrumpidos bajo la conducción del Dr. Juan Manuel Urtubey. ¿Hacia dónde y cómo se reconfigura el escenario político provincial? ¿Qué rol juega la delegación de Intendentes?
Por Emiliano Frascaroli
Con un pie afuera y otro adentro, Juan Manuel Urtubey se encamina a finalizar su tercer mandato como gobernador de Salta. Su retirada como candidato a la vicepresidencia marcará un antes y un después, es cierto, aunque su peso político en la provincia se mantendrá vigente más allá del 10 de diciembre. Los que se quedan, sin embargo, tienen espalda propia y ambición de digitar la política de aquí en más. ¿Podrán?
¿Continuidad o renovación?
La conformación de alianzas y precandidaturas sugieren que Urtubey se enfocará en el plano nacional sin descuidar el terruño que administra desde 2007: el vicegobernador Miguel Ángel Isa encabezará una lista por la sucesión; el ministro de Economía, Emiliano Estrada, será compañero de fórmula en la lista de Sergio “Oso” Leavy; la espada legislativa clave durante los últimos cuatro años Pablo Kosiner lograría la reelección; Lucio Paz Posse disputará la Intendencia de la Ciudad; y así tantos otros nombres que buscan renovar o llegar a los Poderes Legislativos de Provincia y Municipios.
Esta suerte de mixtura entre urtubeycistas y kirchneristas en el Frente de Todos, con la incorporación del PJ, marcó un obstáculo para suscribir al mensaje de que “algo nuevo está por venir”. Resulta difícil encarar una campaña de renovación cuando tantas figuras que responden a la administración saliente ocupan lugares estratégicos de cara a los próximos comicios. Y esto va más allá de las primeras filas: juega un rol fundamental esa “estructura” de gente necesaria para llevar a cabo un plan de gobierno en las distintas esferas. Las “cabezas” del PJ supieron leer que el ex alcalde tartagalense corre de atrás a pesar de la importante cantidad de votos cosechados en las PASO nacionales: necesita la maquinaria oficial para fortalecer su plataforma electoral, primero, y de gobierno, después.
El planteo acerca de si lo que viene desde el FdT-PJ es una continuidad o una renovación tiene matices. La militancia kirchnerista de paladar progresista, organizaciones sociales o docentes achacan a Leavy la incorporación de Estrada o la aprobación a David Leiva para sumarse al espacio. El concejal, por ejemplo, horas antes de sellar precandidatura en el espacio de Leavy se había mostrado con Sáenz. Para repeler el fuego amigo, desde el entorno del también candidato a la Senaduría Nacional exponen una máxima: unidad hasta que duela, que el enemigo es Macri.
Los cálculos en números, para algunos, avizoran un crecimiento en votos por la diversidad que se presente en la oferta electoral; mientras que el impacto en la sociedad de esos movimientos aparece como un enigma. Cabe tener en cuenta, a su vez, que los votos ideológicos difícilmente fluctúen hacia un frente diferente al cual se identifiquen, aunque el corte de boleta podría ganar popularidad (y en algunos casos ni siquiera importa el popurrí o extracción política de la persona). De hecho, en las primarias nacionales del Frente de Todos hubo una diferencia de unos 25 mil votos entre quienes eligieron a Fernández-Fernández y a Leavy. Será materia de análisis la composición de ese espectro.
La pelea política trasladada a la esfera judicial por el Partido Felicidad, que luego desembocó en el visto bueno para que Isa compita en las internas del FdT, devela la ambición de un oficialismo que quiere renovar conducción. En el mundillo periodístico le llaman a la tropa isista “Grand Bourg chico”. A instancias de quien suscribe se trata de un dirigente que ha construido poder propio, que se ve acorralado por la aparición de figuras que disputan liderazgo y que renuncia a renunciar.
Por si las dudas, Isa no rompe relación con Sáenz, una carta que podría jugar si llegase a perder las internas. Eso si, sobremanera, no cumple con la encíclica “el que pierde acompaña”. ¿La sugestiva foto de una reunión de café entre los ex intendentes capitalinos lo confirma? ¿Qué hay detrás de la incorporación del otrora kirchnerista Antonio Marocco en el frente de Sáenz?
Si Urtubey decidió desdoblar las elecciones provinciales de las nacionales para dar riendas sueltas a la dirigencia local a que participe del armado que desee y con ello que muchos de su propia tropa integren frentes distintos, lo ha logrado. Es supervivencia pura de quien tiene una mirada a futuro.
Los barones del interior
Los jefes comunales suelen administrar su terruño con comodidad bajo cualquier gobierno. Son oficialistas siempre, pues de ellos no es la culpa que haya recambios en el Ejecutivo Provincial. El presidente del Foro de Intendentes, Mario Cuenca, decidió encolumnarse con un puñado de sus pares al espacio que lidera Gustavo Sáenz.; en cambio otros dieron su apoyo a Leavy.
Es difícil entender cómo es que intendentes de cuestionables trayectorias como Alfredo Llaya (Embarcación), Leopoldo Cuenca (Rivadavia Banda Sur), Rubén Méndez (Salvador Mazza), Julio Jalit (Pichanal), entre otros, sigan al frente de sus localidades sin mostrar signos de mejorías institucionales, sociales, económicas y que, por el contrario, sean noticia por denuncias de toda índole. Y, al mismo tiempo, cuesta digerir cómo es que muchos han logrado ser re-reelectos a tal punto que podríamos decir que “tienen la vaca atada”.
Tal vez una parte de la explicación se debe a la propia historia política salteña: desde la recuperación de la democracia han gobernado: José Edgardo Plaza (22/2/1983 hasta el 11/12/1983); Roberto Romero (1983-1987); Hernán Hipólito Cornejo (1987- 1991); Capitán de Navío Roberto Ulloa (1991-1995); Juan Carlos Romero (1995-2007); y Juan Manuel Urtubey (2007-2019). Los últimos 24 años bajo la conducción de dos personas.
El interior habló en las urnas el 11 de agosto pasado: en 59 de las 60 comunas ganó Fernández-Fernández, mientras que tan solo en Los Andes se impuso la lista de Lavagna-Urtubey. ¿Cómo impactará esto en los comicios provinciales? Se barajan muchas respuestas.
No es un dato menor que en Orán, por ejemplo, los adversarios políticos ahora deban dirimir liderazgo en las urnas bajo un mismo frente. El intendente Marcelo Lara Gros no pudo siquiera ganar en su comuna en las legislativas nacionales que lo llevan como candidato a la Cámara Alta. El diputado provincial Baltasar Lara Gros encabezará lista a la Senaduría local en un espacio donde también está su par kirchnerista Iván Mizzau, quien dejó entrever su enojo. El senador Pablo González (PJ) irá también por la intendencia ¿Cómo reaccionará el votante oranense? ¿Y en el resto de los municipios donde se produjeron cuestiones similares?
La cuestión electoral
Traducir la composición del voto es algo mucho más complicado que hilvanar personalidades y/o espacios políticos. En todo escenario puede haber discontinuidades a razón de las particularidades que exhibe cada lugar. Alguien que votó Fernández-Fernández por la difícil situación económica puede optar para la gobernación por Alfredo Olmedo, a pesar de que no conozca su programa económico y que comparta espacio con la UCR, aliados de Macri. Existen motivaciones distintas y razonamientos que escapan a los resultados de encuestas programadas en una máquina a teléfonos fijos.
El amplio triunfo de la oposición o la aplastante derrota del oficialismo, como más guste a quien lea estas líneas, fue también un mensaje a las consultoras que en su mayoría no dieron en la tecla ante tamaña diferencia. El voto emocional de sectores que eligieron a su verdugo cuatro años atrás se replegó a su pasado más feliz reciente, salvo algunas excepciones. Sin embargo, eso no significa que en la provincia identifiquen a Sáenz con Macri, mucho menos ahora que intentan despegar la figura de uno y otro. El intendente capitalino goza de una imagen propia que no quiso poner a prueba en una interna con Olmedo.
Para colmo, la cascada inversa que se presume construir con la multiplicación de candidaturas adosadas a una lista por la Gobernación puede ser contraproducente. Es que la cantidad de precandidatos a los concejos deliberantes y a la legislatura local puede marear a un electorado que, con más suerte todavía, tendrá que lidiar con la máquina de la boleta electrónica. ¿Tantos nombres se deben al personalismo, a la amplitud democrática o a un armazón premeditado?
Los salteños transitamos el final de un período de gobierno de 12 años que terminará con un poderío residual que se compartirá- vaya uno a saber por cuanto tiempo- con la nueva administración provincial, sea cual fuere su color político. Allí entrará en juego, también, el peso político que aúne la familia Romero– con un Juan Carlos renovando su cargo en el Senado de la Nación y Bettina disputando la Intendencia local- y las directrices del banquero Jorge Brito.
Entre esos escenarios disputan liderazgo Isa, Leavy y Sáenz, quienes aspiran tomar las riendas de la provincia y cerrar períodos de gobierno construyendo poder propio. Su futuro depende de cómo salgan parados de los próximos comicios. Y, por supuesto, de los movimientos que hagan en su carrera.