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Un policía atacó con la cachiporra y una de las víctimas se la sacó y la tiró a un descampado. Después de eso comenzaron los disparos: los perdigones dieron en la espalda y en el glúteo de uno de los amigos. Su compinche, el Sargento, blandía su arma.
El 22 de julio de 2018, a la mañana, cuatro jóvenes volvían de una fiesta por el Día del Amigo caminando por el costado de la Ruta Nacional 68. Estaban tomando una gaseosa cuando de repente apareció una patrulla policial. Fue allí que los efectivos comenzaron con las agresiones.
El modus operandis es conocido: los policías ordenaron que tiraran la bebida y como uno de los jóvenes respondió que no tenía alcohol, el uniformado arremetió con su cachiporra. No contento con tirar el refresco, el hombre de azul golpeó al muchacho que, en una estratégica decisión, logró arrebatar el elemento de agresión y lo tiró a un descampado.
Ante la huida de los amigos, el policía sacó su escopeta y disparó. Uno de los perdigones impactó en la espalda de uno de ellos y el otro, en su glúteo izquierdo. Así quedó constatado en los informes médicos (la primera atención la recibieron en la salita del B° Intersindical, zona sur) y fotografías varias, documentos que fueron parte del expediente, cuya acusación estuvo a cargo de la fiscal penal Verónica Simesen de Bielke.
Simesen de Bielke endilgó a un agente policial la comisión del delito de vejaciones en calidad de autor y a un sargento el mismo delito pero en calidad de omisión. En éste caso, el mayor de los agresores no solo permitió que su colega de gorras violentara a los supuestos rufianes de la gaseosa, sino que habría utilizado su arma para intimidar y burlarse.
El juez de la Sala VII del Tribunal de Juicio, Francisco Mascarello, condenó a los policías de 32 y 43 años de edad por el delito de vejaciones agravadas por el exceso en el ejercicio de sus funciones como miembros de la Policía de Salta. Los efectivos policiales recibieron la pena de 2 años y 6 meses de prisión de “ejecución condicional” e inhabilitación especial por cinco años.
Asimismo, el juez Mascarello les impuso reglas de conducta por el término de 2 años y 6 meses, entre ellas, someterse a tratamiento psicológico por el tipo de delitos por el que fueron condenados y ordenó el decomiso y destrucción de los elementos secuestrados, informó el Ministerio Publico Fiscal.
Un caso más de violencia policial que, después de seis años, tuvo una condena del Poder Judicial. Y en el cual la Fiscalía no desistió de acusar, como ha pasado en otros casos donde se han visto involucrados miembros de la Policía.








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