Historias detrás del ajuste: Gastón quiere mejorar las semillas regionales y evitar el uso de agroquímicos

Los recortes al presupuesto para Ciencia y Técnica y la caída del salario afectan el desarrollo local. Investigadores de todo el país alertan una nueva fuga de cerebros. ¿Cómo es y para qué sirve su trabajo? Historias personales de problemas colectivos.

Por Emiliano Frascaroli (*)

Tal vez sea difícil entender porqué preocupa tanto el ajuste del Gobierno al desarrollo científico argentino. Quizás es complicado darle la dimensión adecuada a una problemática que se profundiza. Acaso la información general de la transferencia de los fondos públicos (directa o indirectamente) a empresas privadas no basta.

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Lo cierto es que detrás de la falta de inversión a las investigaciones y el congelamiento del salario hay personas. En su mayoría son jóvenes, muchos de ellos primera generación de profesionales en su familia. Lo que sí, todos con los mismos objetivos: construir conocimiento local que promueva el desarrollo y crecimiento regional desde una perspectiva social, con fines colectivos.

Vida. Músico, ingeniero agrónomo e investigador: Gastón Gutiérrez trabaja hace cuatro años en el Conicet sobre la genética de los porotos silvestres. Él y su hermana- abogada- son la primera generación de su familia en alcanzar títulos universitarios. Entre sus planes a futuro está el Instituto Nacional de Fisiología Vegetal, en La Plata, a donde pretende continuar y profundizar sus estudios en una etapa experimental con semillas de la región.

Gastón se recibió en la Universidad Nacional de Salta y decidió ingresar a Conicet en 2014 para investigar sobre las especies silvestres enfocándose en la semilla de poroto. “Lo que se busca es generar bancos de genes: conocer genéticamente nuestras especies nativas. En este caso, el poroto silvestre; conocerlo y caracterizarlo para tener esa fuente de genes para posibles mejoramientos de variedades que ya se están cultivadas y se comercializan”, explica el investigador a Buufo.

El ingeniero agrónomo porta lentes y una voz agradable que lo llevó al micrófono del conjunto Airesalteño, una banda de folklore que integra junto a sus amigos. Lo que pretende su investigación, grosso modo, es caracterizar especies y “sacar caracteristicas favorables para el cultivo y mejorar la producción en áreas que son más restringidas, por ejemplo, de precipitación”. “Ya hice experimentos de germinación en laboratorios donde comparando con variedades cultivadas de la zona del norte muestran un mejor comportamiento en sequía que las variedades ya comercializadas. (…) Por lo menos en emergencia y germinación, que serían las primeras etapas de establecimiento de una planta, se comportan de mejor manera las silvestres que las cultivadas”, agrega.

Gastón Gutiérrez, el investigador que es voz en Airesalteño

Análisis. El investigador doctoral de Conicet interpreta que el ajuste a la Ciencia y Técnica del Gobierno Nacional es parte de un proyecto que enhebra medidas a favor de entidades privadas. Sobre ello, Gutiérrez dice: “Últimamente lo que se vio es que se favorece mucho a los grandes pooles de siembra con variedades que son privadas”. La expansión del monocultivo sojero ha desplazado- a consideración del agrónomo- a la ganadería, un factor que puede verse principalmente en la región pampeana del país. “En Argentina, más en el norte, se hace mucho monocultivo: siempre sembrás la misma semilla, la misma especie y usás la misma cantidad de agroquímicos. Esto genera la adaptación, por ejemplo, de las malezas y de las plagas y que tengamos que utilizar agroquímicos más fuertes y más contaminantes para el suelo” agrega al respecto.

Gastón dice sentirse un “bicho raro” en su carrera ya que no es común que quienes cursan Ingeniería Agrónoma opten por la investigación. El perfil apunta más bien a la producción. Sin embargo, el investigador de Conicet propone “generar semillas que sean nacionales y regionales” lo que hace que “no se tenga en cuenta el reservorio genético muy importante de las especies silvestres”.

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Así las cosas, un proceso que conlleva adulterar semillas para que se adapten a diferentes territorios favorece a las entidades privadas- semilleras y agroquímicas- que producen los insumos a utilizar. “En general las semilleras- que son las más grandes- y las agroquímicas, que están todas complementadas, lo que te venden es un pack tecnológico: una semilla muy productiva pero que es muy débil, o sea que no están adaptadas a las zonas y son semillas que tenés que cuidar muchísimo con todo el paquete que ellos te venden”, dice el ingeniero agrónomo e investigador.

De hecho, hay sobrados casos de personas que trabajaron en el campo o en zonas aledañas a plantaciones con fuerte impronta en agrotóxicos que dan cuenta la afección en la salud. Un caso reciente a destacar como decisión política nos traslada a Gualeguaychú, Entre Ríos, donde el Concejo Deliberante decidió prohibir el uso, comercialización, almacenamiento y traslado de gilfosato por considerarlo una sustancia cancerígena. Apostilla: los representantes de Cambiemos votaron en contra.

La investigación sobre las semillas de porotos silvestre que lleva adelante hace cuatro años Gastón Gutiérrez transita, como tantas otras que se ven afectadas, su etapa final. Lo que hará próximamente, en La Plata, “es inducir a estas plantas a ese estrés hídrico y ver el comportamiento que tienen; por ejemplo en la fotosíntesis, en el intercambio de gases en la hoja, en la biomasa y muchas características más”. El ingeniero cree que el panorama actual es preocupante aunque no abandona convicciones. “En la ciencia dicen que no tenemos que ser tan positivistas sino ver los resultados. Pero me gustaría encontrar mejores comportamientos productivos en las especies silvestres para detectar que verdaderamente sí, ésta característica existe en esta especie y se puede utilizar para mejorarla”, concluye.

*Nota publicada el 8 de Julio de 2018, mientras se desarrollaban asambleas de científicos e investigadores de todo el país alertando la situación actual 

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