A 67 años del Golpe de Estado que derrocó a Juan Domingo Perón

En 1955 la llamada «Revolución Libertadora» usurpó el poder con el objetivo de aplicar políticas económicas regresivas para la mayoría de la sociedad argentina, alineadas al imperialismo estadounidense. Meses antes bombardearon la Plaza de Mayo, avalados por la Sociedad Rural y la Iglesia Católica.

El 16 de septiembre de 1955 fue derrocado el presidente constitucional Juan Domingo Perón. Así, la llamada «Revolución Libertadora» inició una época de persecución contra adherentes al peronismo, de fusilamiento a civiles y de proscripción al Partido Justicialista de la vida política argentina.

Vale recordar que tres meses antes, en junio, aviones conducidos por las fuerzas armadas sublevadas a la democracia con la inscripción «Cristo Vence» arrojaron 14 toneladas de bombas en Plaza de Mayo contra la ciudadanía y los edificios de la CGT, el Ministerio de Obras Públicas y la Residencia Presidencial.

La primera bomba cayó pasada el mediodía sobre Casa Rosada y otra sobre un trolebús, matando a todos sus ocupantes, la mayoría niños y niñas de primaria. Habían fallecido ya 350 personas. Sus ejecutores huyeron a Uruguay y luego fueron condecorados por la cúpula civil-militar-eclesiástica tras el Golpe a Perón.

El objetivo de los golpistas fue sepultar toda conquista de la clase trabajadora y aplicar políticas económicas favorables al imperialismo estadounidense, que apoyó los Golpes de Estado en la región. Contribuyeron a ello la Sociedad Rural, la Iglesia Católica, empresarios de medios de comunicación, de la Cámara del Comercio, la Unión Cívica Radical, el Partido Demócrata.

Algunas de las conquistas durante los gobiernos  de Perón fueron la recomposición salarial, la jornada laboral de 8 horas, vacaciones pagas, jubilaciones y días de descanso. También hizo constitucional la gratuidad de la enseñanza universitaria en instituciones públicas y  aplicó una política de independencia económica de los organismos multilaterales (Fondo Monetario y Banco Mundial).

El peronismo transitaba un amplio apoyo de la mayoría de la sociedad que gozaba del 53% de participación en el PBI, lo que había provocado el odio de los sectores de la economía concentrada que miraban con recelos la repartición equitativa de la riqueza entre el Capital y la clase Trabajadora.

Por su parte, historiadores recordaron el enfrentamiento del Gobierno con la Iglesia Católica por la ley del divorcio y la supresión de la enseñanza religiosa en la escuela pública impulsada durante aquellos años, lo que provoco que los sectores más conservadores de la curia dieran respaldo a los militares golpistas.

Tras concretar el Golpe contra Perón, quien luego parte al exilio, asume el general Eduardo Lonardi. Los hacendados, intelectuales y anti-peronistas festejaban mientras las mayorías populares lloraban. Un escrito de Ernesto Sábato describe a la perfección tal doble repercusión.

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